Salve, Reina de Rosales
Misericordiosa
Madre de bondad
Salve tú, vida y dulzura,
Que en las amarguras
Das felicidad
Salve, faro, luz y guía
Esperanza mía
Y de la humanidad
Salve la Rosa escogía
Que en tu vientre un día
Supo refugiar
Al que cada Viérnes Santo
Muere por nosotros
Y expirante está.
A tí clamamos
Los desterrados
Hijos de Eva
A tí suspiramos Fátima
Entre gemidos y llantos
En este valle de lágrimas
Ea, pues, dulce señora
Abogada nuestra
Sé mi protección.
Vuelve siempre tu mirada,
Blanca inmaculada,
A este pecador.
Mécenos entre tus brazos,
Llévanos al regazo
De Dios Redentor
Oh, clemente, oh piadosa,
Oh Virgen María
Escucha la voz
De este pueblo que te canta
Y que llena Mayo
Con este clamor.
Ave, Ave, Ave María
Ave, Ave, Ave María (Bis 3)
